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Esculpida en piedra. ( Un nuevo comienzo.) Cap. 2. "El charlatán."

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- El sol estaba en su cenit y había comenzado mi ascenso con la bruma de la mañana. Alcé la mirada y pude ver mi objetivo, la torre más alta parecía tocaba el cielo. No podía permitirme una flaqueza, tan solo manos y pies, ninguna cuerda me sujeta para librarme del vacío que tras mío queda. Ni tan solo había tocado la piedra de las almenas, aun me debatía con la escarpada ladera que emergía del mar. A nado llegué al lugar para pasar inadvertido a los ojos de las tropas del visir. Casi era de noche cuando agarré con los dedos la cornisa de la ventana. Sin apenas fuerzas, me adentré en la sala. Deseaba que mi informador no se equivocara y la suerte me sonrió al comprobar que no erró. La gran habitación era esplendida, adornada con alfombras y exquisitas telas. En el fondo ella, sujeta de una muñeca al lujoso lecho por una fina cadena de oro. Vestida con sedas de vivos colores, podía distinguirse su cuerpo bajo las finas telas. Un pequeño chaleco incrustado de piedras preciosas apenas ocu...

Esculpida en piedra. (Un nuevo comienzo.) Capítulo 1. "La niña y el sapo."

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Plena la luna, noche estrellada, monótono canto el de sapos y ranas. Todos están de fiesta en la pequeña charca. Sobre una piedra, contento, se encuentra el sapo Batracio. Con el estómago lleno tras una opípara cena (que si ahora una mosca, ahora una libélula) contempla la escena sabiéndose a salvo. Demasiado gordo y venenoso, no entra en la dieta de la pérfida culebra. Despreocupados, juegan los renacuajos. Un escarabajo despistado se arriesga temerariamente, al acercarse demasiado al alcance de la lengua de don sapo. Se aproxima una extraña luz y cunde el pánico. Todos buscan cobijo en el fondo del barro, menos el pobre Batracio. El escarabajo fue el colofón, demasiado lleno, le faltan reflejos y sobre el desafortunado sapo cae la desgracia en forma de red. Atrapado en las manos de dos cachorros de humano, sabe que se ha acabado su suerte. Sin duda le espera la muerte tras un largo suplicio. Una vida de excesos y vicios, poco ejercicio, lo han convertido (por lo lento) en presa ...

Relatos enajenados. "Comediantes."

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Comediantes. Como timbales retumbaban en su cabeza los abucheos. Una mezcla de vergüenza y rabia lo estaba quemando por dentro con mucha más fuerza que el quinto coñac que acababa de meterse entre pecho y espalda. No había conseguido arrancarles a aquellos cretinos otras carcajadas que la que induce el desprecio. Risas con sorna, cínicas burlas mal intencionadas que duelen más que una puñalada en el hígado. Levantó la mano y en cuanto la camarera se le acercó señaló la copa vacía. La mujer escanció el licor sin quitarle el ojo a aquel individuo que empezaba a mostrar síntomas de embriaguez.  El brebaje desapareció en un suspiro por su garganta, exigió que le sirvieran otro trago. Le fue suficiente a la camarera cruzar la mirada con quien que parecía el encargado, para mandarle un claro mensaje de alerta. Este asintió y la copa volvió a estar llena. ¿Qué podían saber los parroquianos de aquel tugurio de mala muerte sobre lo que es el humor "inteligente"? Debería de haber a...

Los absurdos cuentos de la bruja Terciopelo. "La judía mágica."

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Planté una judía mágica y me brotó un estado sionista. ¡Menudo se ha puesto el califa! En mi contra ha promulgado una sharia, de pensarlo me sale urticaria. ¡Lapidadla, lapidadla! Grita Sherezhade, la cosa esta que arde y tengo a los cuarenta ladrones pegados a los talones, cargados de dinamita en plan comando palestino. Pero para genio, el de Aladino, empeñado en pasarme a cuchillo el muy cretino. Suerte que, como dice mi madre, soy un encanto y lo he convertido en sapo. Me puse en manos de mis contactos entre la nobleza. “¡Que le corten la cabeza!” Joder con la reina de corazones, con amigas como esa, veremos cómo me lo monto para salir ilesa de esta.  Menuda mierda, si lo sé planto lentejas.

Otoño. / Los pretendientes.

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Otoño. No me calma la sed beber de tus lágrimas, me daña la espalda soportar la carga de tu silencio. Sentirme un necio cuando al llegar a casa, sobre la mesa me encuentro las frases ya hechas, en la sartén los reproches y la pasión en la nevera. Una pena que sobre la tierra hayan mas tontos que locos, no recuperar un poco de la maliciosa inocencia de cuando niño. Nada te pido, nada me dices y las perdices pululan felices sin temer acabar de menú. Tú y yo, codo con codo y sin embargo tan solos. Fue de otro modo en la plenitud del verano, pero llegó el otoño para pudrirlo todo. Los pretendientes. Armados tan solo con palabras, aparecieron el bufón, el soñador y el seductor. En una esquina permanecía oculto el huraño, observando en silencio..  Empezó el combate dialéctico y en un pedestal, el trofeo por el que se baten en duelo. El payaso la hizo reír, lo abrazó como a un amigo y el bufón se retiró a un rincón cabizbajo. En el circo de la vida, no vasta con de...

Cuentos de viejas.

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Sesenta y ocho historias sobre la cubierta a cada cual más truculenta, pero ninguna comparable a la del capitán de la nave. Nadie nace pirata, a nadie lo paren en la oscuridad de los sollados, a nadie salvo a Pete Haycok, del que se asegura que corre agua salada por sus venas y que es por esa carencia de sangre por lo que se alimenta de la de los desgraciados que se cruzan en su camino. Una reputación terrible de la que sabía sacar partido. Lo cierto es que no distaba en lo sanguinario de cualquier otro de los miembros de su tripulación, que lo de beber sangre no era más que otra de las muchas patrañas que sobre él se contaban. En cierta ocasión que apresemos un galeón flamenco, degolló al capitán cautivo y llenó con el rojo líquido una copa con la que fingió calmar la sed. Fue una grotesca pantomima, pero aquellos afortunados por los que se pagó rescate corrieron con el cuento del aberrante acto acrecentando de esa forma la oscura leyenda de Pete. Ahora que ha llegado el final, que ...

Belleza interior,

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Belleza interior. Algunas personas no se dejan impresionar por los estereotipos y los cánones pre establecidos por las modas del momento. El atractivo no es mas que la fachada, el escaparate con el que nos presentamos a los ojos de los demás. Pero Jack era capaz de ver mucho mas allá del envoltorio y no se dejaba impresionar por el papel de embalar adornado con bonitos lazos, si el interior no albergaba algo más que superficialidad anodina. Por diferentes motivos ambos necesitaban compañía y el destino quiso que Jack y Catherine se encontraran.  Él, un distinguido caballero de finos modales, inteligente, elegante y educado. Ella, por el contrario, era vulgar, de una extracción social baja y una educación recibida en la calle. Pero eso a Jack no le importaba.  Desde que sus ojos se cruzaron con los de ella, sabía que aquella mujer sucia y menuda a la que la vida había maltratado, tenía mucho que darle, mucho que compartir.  Pasearon hasta bien entrada la madr...